Había en la Escuela de Aplicación un
infante de Marina que decía que le chiflaban los phoskitos. Tanto era así que se
apostó que era capaz de comerse 50
seguidos. Se formó en torno a él una multitud que apostaban a favor o en contra.
Pues bien, al llegar a los 18 empezó a vomitar, así que
perdió. En eso que otro infante retomó la apuesta y dijo que él era capaz de
comerse los otros 32. Por supuesto, las apuestas
iban en su contra, después de ver al "monstruo de los phoskitos" devolviendo,
pero ocurrió que se los comió y ganó la apuesta.
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