En
la Escuela de Aplicación, en el pasillo que daba a la entrada de la Compañía,
había un buzón de sugerencias. Me sorprendía mucho verlo allí, en un
recinto militar con una dura disciplina. Resultó que una noche volvía con los
compañeros con la mala fortuna que me dí un golpe con el
buzón que me hizo ver las estrellas. Se me ocurrió echar un papel que decía:
"Sugiero que quiten el buzón de sugerencias" y puse mi
nombre y mi número. A los pocos días me llamó el teniente Ruiz, que me interrogó por
la sugerencia. Le conté la historia y me ordenó que
lo acompañase a ver al capitán Illescas. Allí volví a contar la historia y ellos
se mostraban muy sorprendidos de la para ellos
gamberrada y si no me arrestaban era porque me había identificado en la
sugerencia. A continuación, me llevaron al coronel, que era el que
mandaba en el chiringuito. Y vuelta a contar lo mismo, y los tres,
extrañadísimos. Me decía el coronel: "Es como si usted sugiriera que se
cogiesen unos picos y se pusiesen a destrozar una carretera". Y yo insistía en
lo mismo, que no era comparable, que el buzón, debido a su
colocación al doblar un pasillo, me causó daño físico y que lo mío era una
sugerencia que podían o no aceptar.
Finalmente todo quedó ahí,
pero yo estuve varias horas en interrogatorios, y la historia fue muy comentada.
Todavía hace pocos meses me encontré con Juanjo,
uno de los compañeros, que me recordaba divertido la anécdota.
Foto tomada en abril de 1981 en la Escuela de Aplicación de
Infantería de Marina, con los marineros distinguidos que hacíamos el curso de
cabo conductor de vehículos pesados. Yo soy el segundo por la izquierda de pie.
Juanjo es el cuarto por la izquierda de pie. Nuño es el cuarto por la izquierda agachado (con
bigote). Mi gran amigo Antonio Santisteban Ruiz, del que hablaré, es el que está
sentado abajo a la derecha. Hicimos todos una buena amistad y siempre me acordaré de ellos.
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