A través de Orense, un marinero que
llevaba más mili que el palo de la bandera, conocí a Belén Brage, una chica de
18 años que tenía la particularidad de ser
viuda y tener una hija. Su marido murió cogiendo percebes. Cuando me lo contó
creí que era broma, pero era bien cierto. No conocía la
peligrosidad de esa actividad y la cantidad de personas que mueren al arriesgar
sus vidas en las rocas. Éramos buenos amigos, pero no nos podíamos mover en los mismos ambientes. La recuerdo con
mucho cariño y ojalá estén bien ella y su hija Paloma.
Me regaló un libro dedicado sobre El Ferrol que guardo entre mis tesoros.
Belén Brage, mi amiga viuda de El Ferrol
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